26.11.09

ERROL MORRIS, LAS APARIENCIAS NO ENGAÑAN



Con Errol Morris (1948), el cine documental se cuestiona oportunamente el valor de las imágenes. Desde su primer filme, y a través de una desconcertante variedad de temas, lo que ha interesado siempre a este realizador es la facilidad con la que algunas maneras de representar han condicionado a sujeto y espectador. Para Morris ‘creer es lo que te hace ver, y no al revés’.
¿Y en qué escenario podría encontrar Morris más ejemplos sobre la manipulación y el valor polisémico de cualquier imagen que en el relato bélico?
En Standard Operating Procedure (2008), su último y galardonado documental, convergen de algún modo los temas que había labrado en sus largometrajes anteriores, tomando como motivo las infames fotografías de torturas captadas por soldados en Abu Graib.
Quienes esperaban un documental a la Moore, que se limitase a denunciar al gobierno americano como responsable de tales abusos, se llevaron una decepción, ya que S.O.P. reflexiona sobre el origen de esas imágenes y de su inquietante puesta escena pero, especialmente, sobre el tremendo valor que han adquirido para representar a todo un conflicto. Las imágenes de Abu Graib dan visibilidad a un horror que las autoridades norteamericanas preferirían oculto, pero para Morris, también representan un horror (quizás no generalizado) capaz de eclipsar a una operación mucho mayor.
Estas imágenes convienen sin duda a quienes se han enfrentado a la invasión de Iraq, pero ¿y si mañana se resumiese la Guerra Civil Española con un puñado de imágenes de exaltados quemando iglesias?
A medio camino entre el ensayo y la denuncia, Morris despliega en S.O.P. su prolijo arsenal de recursos artísticos, en los que no faltan recreaciones, material de archivo ni entrevistas realizadas con dispositivos de su invención. Y eso, es un ámbito en el que aún se confunde la exploración del mundo real con el realismo, escuece a más de uno.
La atención de la que goza el documental actualmente, apenas deja entrever los retos y conflictos a los que se enfrenta un género que ha perdido sus fronteras y dependido hasta hoy, en gran medida, de estrategias visuales llamadas directas, realistas, naturalistas o verité. Estas vías no han perdido su fuerza, ahí están las justamente celebradas ‘Los Espigadores y la espigadora’ (Varda, 2000), ‘La Pesadilla de Darwin’ (Sauper, 2004)’, o el auge del reporterismo gonzo tipo ‘Callejeros’, con hermanos menores como los vistos en otras cadenas y expresiones mayores como el recientemente premiado ‘Can Tunis’ (Morandi y Toledo, 2007).
Pero otras maneras bien diferentes han alcanzado las pantallas, evidenciando que todo vale para asomarse al mundo real, y advertirnos, en última instancia, contra la idea de que hay estilos más apropiados que otros en el relato documental.
Por eso debe recalcarse que las elecciones de Morris son deliberadas y beligerantes: ‘Existe esa idea de que si sigues ciertas reglas, si filmas de un modo determinado, entonces la verdad asoma repentinamente. Las reglas son bastante claras. Filma con la cámara en mano. Filma con la luz disponible, hazte invisible, observa sin ser visto. Y, por supuesto, no interacciones. Se trata de una idea-receta. Pones los ingredientes adecuados y la verdad se revela mágicamente’.
Declarado militante anti cinéma-verité, Morris se opone a cualquier identificación entre veracidad y estilo. Aún más, se opone especialmente a ejercer su profesión sin dejar claro que tiene un gran sentido del estilo. La lista de sus colaboradores evidencia hasta qué punto integra en su discurso cosas que vimos en otras partes. Lo mismo encarga títulos de crédito a Kyle Cooper (‘Seven’), que bandas sonoras a Philip Glass y Danny Elfman o confía la dirección de fotografía a Robert Richardson (‘Natural Born Killers’).
Su experiencia como reputado realizador de publicidad, le provee además de un dinero regular, de recursos y estrategias de última generación.
La carrera de Morris es de una coherencia intachable, iniciándose con títulos de sorprendente simplicidad formal (‘The Gates of Heaven’, ‘Vernon, Florida’) en los que, sin embargo, puso en práctica su particular derribo de cualquier técnica propia del direct cinema y similares. Morris concibe, escenifica y planea como si de una ficción se tratase. Sitúa a sus entrevistados de manera frontal a la cámara, dejando que participen en la manera en que desean ser retratados. Y después, deja la cámara rodando y al sujeto explayándose sin apenas interrumpirlo. Es entonces. cuando el entrevistado más se esfuerza en presentarse adecuadamente, cuando asoman temas no previstos y cuando lo interesante se desplaza desde la pregunta de origen a gestos verdaderamente elocuentes y relatos increíbles.
Es así como un juego de apariencias, un dispositivo artificioso y un entrevistado advertido, terminan por revelar verdades insospechadas. Un previsto imprevisto.
Y es por eso que los argumentos resumidos de sus documentales jamás hacen justicia a lo apasionante en su contenido.
A menudo se acusa a Morris de centrarse excesivamente en personajes extravagantes y anécdotas grotescas. Y es cierto que los tipos raros, weirdos, abundan en su filmografía, pero no en la manera previsible. Sonará a tópico, pero los personajes más alucinantes asoman en sus entrevistados, a priori, más sosos, mientras que los acreditados como bichos raros (como el protagonista de ‘Mr Death’), acaban por parecer nuestro (patético) vecino de rellano. Esto es claramente visible en su serie televisiva ‘First Person’, en la que entrevistó a un buen número de perfectos anónimos, hoy convertidos en inolvidables catódicos por algún motivo que no figuraba en su tarjeta de presentación.
Morris, ha explorado como nadie el potencial de la entrevista, desarrollando inventos como el Megatron y el Interrotron, que le permiten filmar el rostro del entrevistado como si nos mirase a nosotros, mientras éste ve una pantalla con la imagen de Morris, como si estuviese frente a él.
Tras estos títulos, su carrera destacó por cuestiones formales más llamativas, aunque no necesariamente más rupturistas, como el gusto por las recreaciones y un uso del montaje trepidante, en el que nunca faltó una banda sonora envolvente y hasta contagiosa.
La naturaleza fragmentaria de alguna de estas cintas, incluída S.O.P., queda patente en la web de la misma, en la que una buena parte de la cinta viene decompuesta en clips y diagramas con toda la información sobre las imágenes y entrevistados que la protagonizan.
Por último, la frase promocional de la cinta La guerra contra el terror será fotografiada, que alude al hito musical de Gil Scott-Heron The Revolution will not be televised, refleja claramente hasta qué punto Morris desea servirse de las infames imágenes de Abu Graib para reflexionar sobre el régimen escópico en el estamos inmersos y su preocupante futuro. En una reciente entrevista (The New York Times, 11 de agosto), Morris reflexionaba sobre el impacto de las imágenes, verdaderas o falsas, sobre un público que se cree a salvo de manipulaciones por el mero hecho de estar advertido contra ellas : ‘Para alterar una imágen no necesitas Photoshop, basta con cambiar el texto del pie de foto’.
Y, recordando las manipulaciones expuestas por Powell (secretario de Estado de EE.UU.) y otros como prueba de que Iraq albergaba armas de destrucción masiva, Morris se alarmaba en la misma entrevista ante la evidencia de que una vez pronunciadas estas mentiras, la mayoría permanecen como verdades en la memoria, incluso después de ser denunciadas. Mentiras que cuentan verdades y viceversa. ¿La falsa foto del cormorán mostrada durante la primera guerra del Golfo, implicaba que no existía la catástrofe medioambiental que supuestamente ilustraba? Del mismo modo, como puede verse en S.O.P., las imágenes auténticas de las atrocidades en Iraq han devenido también en usos fraudulentos (un tipo que aseguraba ser el hombre bajo la capucha, había impreso incluso esa imagen en su tarjeta de abogado) que, a su vez, registran la miseria moral y de todo tipo que conlleva cada conflicto.
¿Estamos educados para sobrevivir a todas las verdades y mentiras que contendrá toda imagen en su circulación?
¿Are we ready for Mr Morris?

http://morris.blogs.nytimes.com
www.sonyclassics.com/standardoperatingprocedure/site.html

Publicado en el suplemento "Culturas" de La Vanguardia el 1 de octubre de 2008.

http://hemeroteca.lavanguardia.es/edition.html?edition=Sup.%20Cultura&bd=01&bm=10&by=2008&ed=01&em=10&ey=2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario